Bienvenidos a Qué Cultura.
En Qué Cultura, encontrarán herramientas para implementar una gestión cultural de impacto: directorios de espacios culturales, agendas de eventos, guías para desarrollar un proyecto, documentales y estadísticas.
También hemos creado este espacio para entablar un diálogo sobre el rol de la cultura en el siglo XXI. Buscamos intercambiar opiniones, evidencia y estudios para mejorar la gestión cultural en Panamá.
Hoy tengo el honor de iniciar este diálogo con una modesta propuesta: no se puede hablar de desarrollo económico sino hablamos de cultura.
Países de todo tipo de tendencia ideológica – China, Inglaterra y Colombia, por ejemplo– ya han incluido las artes escénicas, museos, cinematografía y las artes plásticas en sus listas de industrias prioritarias. Estos países han invertido acertadamente en políticas y estrategias que promueven el uso de la creatividad e innovación –funciones casi inherentes del proceso artístico– como ingredientes claves para el desarrollo sustentable
En China, los parques de negocios de industrias culturales son focos de crecimiento económico y se han convertido en un ingrediente casi esencial para incentivar el desarrollo urbano. Colombia se ha convertido en un país modelo por su proceso ampliamente participativo para crear e implementar políticas culturales. Colombia, igual que Brasil, es reconocido a nivel mundial por proyectos que canalizan la creatividad artística en el proceso de animación social en comunidades afectadas por la violencia y la pobreza.
Pero este reconocimiento del rol de la cultura y las industrias creativas requiere que reevaluemos el concepto del artista y de la gestión cultural pública. En muchos países europeos y latinoamericanos el concepto del artista como genio, que trabaja solo en su buhardilla bajo la inspiración de una musa, determinó las políticas culturales de los siglos XIX y XX. En muchos casos, grandes fondos fueron destinados a artistas sin un proceso transparente de monitoreo o evaluación por temor a ser acusados de censura o de coartar la creatividad. Hoy en día, el proceso artístico es visto como producto de una compleja red social, cultural y económica y requiere de amplia colaboración y constante diálogo. Esto requiere enfocar al artista público como socio en el proceso de implementación de políticas culturales. No como su objetivo. Al final de cuentas, la cultura, su proceso y contexto –sobre todo si es apoyado por impuestos– no solamente tiene que ser excelente, sino también con y para los ciudadanos.
Esta es sola una propuesta inicial para provocar un diálogo informado sobre este tema. Invitamos a que contribuyan a este blog con sus opiniones, anécdotas y resultados de estudios de investigación.
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